6 dic 2010

Me di cuenta...

Me di cuenta de muchas cosas durante este año, o mejor dicho, me di cuenta de muchísimas cosas a lo largo de mi (debo decir) corta vida.
Me di cuenta de que aunque cuesta, duele y es complicado, es hermoso crecer y cada etapa tiene algo especial.
Me di cuenta de que es inevitable el cambio en uno mismo; con las experiencias uno aprende e incorpora.
Pude darme cuenta que hay que darle tiempo al tiempo.
Otra de las cosas que más me costó darme cuenta es que nunca nada vuelve a ser igual después de que se termina. Ni una relación, ni una amistad, nada se repite ni aunque nos esmeremos porque eso suceda. Recién ahora entiendo que eso es maravilloso, porque la vida sorprende y no te deja acostumbrar.
Me di cuenta que a veces se llora confundiendo el motivo por el que se hace. Después de mucho tiempo uno se da cuenta de que no lloraba por lo que pensaba que lo hacía.
Me di cuenta de que no está bueno aferrarse a algo material o humano, no es sano.
Me di cuenta que nunca se termina de conocer a las personas, ni aunque estemos seguros de quién sea.
Me di cuenta que los sentimientos generan contradicciones, y que las personas somos muy cobardes como para darnos cuenta y afrontarlas.
También me di cuenta que un pequeño acto puede lograr grandes cosas, y que muchas veces un gesto dice más que mil palabras.
Me di cuenta que aunque no siempre “cada cual tiene lo que se merece”, a los que hacemos las cosas con amor, esfuerzo y ganas, nos terminan saliendo bien.
Me di cuenta que nadie es perfecto, y que intentar serlo es seguir un camino peligroso que nunca llega a destino.
Pero de lo que más pude darme cuenta es que no se puede andar solo, que siempre hace falta la compañía (no necesariamente física) de una voz amiga, alguien dispuesto e interesado por ayudarnos a caminar mejor.

22 nov 2010

¿Cuándo aprenderé?

Cuándo aprenderé a no decir siempre lo que pienso?
Cuándo aprenderé a no dejarme “cegar” por lo que siento?
Cuándo aprenderé que a veces es mejor callar y sólo escuchar?
Cuándo aprenderé que también el que calla… otorga?
Cuándo aprenderé a no pensar tanto y dejar que las cosas se den solas?
Cuándo aprenderé a no tenerle miedo al futuro?
Cuándo aprenderé a dejar que el tiempo haga su trabajo y cure las heridas?

Cuándo aprenderé a valorarme y hacerme valer un poco más?
Cuándo aprenderé que a veces es necesario pensar sólo en mí?
Cuándo aprenderé a que no me importe lo que los otros piensan?
Cuándo aprenderé a no esperar algo que nunca va a llegar?
Cuándo aprenderé a no ilusionarme ni soñar tanto?
Cuándo aprenderé a no atarme y dejarte ir?...

6 nov 2010

Sí que me importa

Sí me importa cómo cambiaron las cosas. Sí que me importa...
Sí me importan las cosas que me dijiste y luego olvidaste, claro que me importan.
Sí me importa reemplazarte por la soledad, aunque soy feliz, sí que me importa.
Sí me importa que digas algo y hagas otra cosa, no sabes cuánto me importa.
Sí me importa que lo hayas superado, sí me importa.
Sí me importa que cambies de rumbo.
Sí me importa que no hayas cumplido tus promesas, eso más que nada me importa.
Sí me importa esas dos cajas llenas de recuerdos materiales, su esencia me importa.
Sí me importa verte con otra, por lo que duele me importa.
Sí me importa no ser más “tu amor”, “tu vida” ni “tu princesa”.
Sí me importa que ahora tengas tiempo y lo gastes con otra, por supuesto me importa.
Sí me importa tu falta de cordura que tanto me enloqueció.
Sí me importa que tu cabeza se ocupe con otra, sí me importa.

Sí me importa ya no amarte y sin embargo no poder olvidarte, mucho me importa.
Sí me importa verte de lejos y saludarte, sí me importa.
Sí me importa que no me valoraras y te sea fácil olvidarme, claro que me importa.
Sí me importa que ahora los mensajes se los mandes a otra.
Sí me importa que no me hagas partícipe de tus cosas, ni te imaginas cuánto me importa.
Sí me importa salir con otros y no quedarme con ninguno.
Sí me importa no poder dar besos sin sentir, por la bronca que me da me importa.
Sí me importa que tus besos, esos besos, se los des a otra.

Sí me importa que a pesar de tener motivos no pueda enojarme con vos.
Sí me importa cómo me mienten tus ojos, mucho me importa.

Si me importa que tus caricias nazcan por y para otra.
Sí me importa que me hayas jurado que nunca iba a existir otra, sí que me importa, porque ahora ya existe otra… pero aunque no existiera, y creo que de hecho no existe, lo que más me importa es saber que no hiciste ni hacés nada para que la hisotria tenga el final bueno que se merece. Ni te imaginás cuánto me importa...

5 nov 2010

Ayer te sentí

Ayer te sentí y te extrañé, una vez más. Quizás por lo particular de la situación, quizás por lo sensible que estoy, o por lo nostálgico que estaba el nonno; pero te sentí.
Pasé por el living y se me cayó tu foto, la recogí, la miré y no pude evitar sentir bronca llena de egoísmo por no haberte tenido un tiempo más conmigo, ese tiempo en el que me habrías dado consejos CORTOS y JUSTOS, como siempre.
Te necesité cuando se rompió mi corazón, perdí a mi primer amor y vos no estabas para abrazarme y hacerme entender todo, como cuando en esa oportunidad me ayudaste a darme cuenta de que estaba enamorada y tenía que vivir eso que sentía. Te sigo necesitando, ahora más que nunca que todo sigue su curso, hasta la vida feliz pero un poco mentirosa que llevo, algo me falta y no sé qué es, quizás sí lo sé pero no quiero admitirlo; no importa, te necesito. ¿Sera mucho pedir que seas vos la que me de las respuestas que no encuentro? ¿Es imposible que vos me ayudes a elegir cómo seguir mi vida, con quién? ¿Es descabellado pedir que me ayudes a no tener esta tristeza cuando veo y/o me cuentan cosas que me duelen y dan bronca? ¿Por qué no puede ser? Ah, claro, vos ya no estás acá. Pero te siento, ¿eso no es suficiente?
A veces a mi me pasa lo mismo que al nonno: me voy a dormir y te pregunto a vos o a mi querida abu, dónde están y si están bien; pero llegué a la misma conclusión que él: supongo que algún día, pronto, lo sabré. Pero no, que no se entere pronto, no lo vengas a buscar ahora porque estoy pasándola muy bien con él, compartimos momentos que nunca antes habíamos compartidos, no podría soportar otra pérdida más en este momento de mi vida.
Es mentira lo que le dije ayer al nonno cuando me contó que a veces te pide que te aparezcas en sueños, yo tampoco sé por qué no lo haces como lo hacía tu mamá con vos, yo también quiero que de vez en cuando te me aparezcas y me digas cosas que nadie más me sabe decir, necesito nuestras charlas concisas. Te necesito, TODOS te necesitamos con tu bandera de "Paz familiar".
Te extraño, te necesito, te quiero ver, sentir más de cerca, hablarte, pedirte opiniones, contarte logros y fracasos, escuchar tus consejos, que me guardes mis secretos, que te alegres con mis buenas noticias y me calmes el llanto en los momentos tristes; TE QUIERO ACÁ!

3 nov 2010

Chau impulsividad!

Es un hecho, perdí la impulsividad. Muchos pensaran que es algo positivo el no ser impulsivo (y en parte debo admitir que lo es) pero no está bueno para alguien como yo que pasó toda su vida (o mejor dicho, la mejor parte de su vida) haciendo lo que sentía cuando lo sentía. Y que eso, en ALGÚN momento, le trajo mucha satisfacción y felicidad. Pero ya no más, ya no soy así, ¿cómo y cuándo me di cuenta? Hoy a la mañana en la parada del colectivo (creo que eso fue lo más patético). Estaba charlando con una vecina que me había encontrado y en eso veo que en la otra cuadra estaba parado en el semáforo que coincide con su parada, un bondi VACÍO a las 8 a.m. que tiene el mismo recorrido que el que yo estaba esperando; se lo comenté a mi vecina y me dijo: "Andá, cruzá y tomate ese", y yo empecé a dudar, volví a hacer lo que tanto detesto: dudé, dudé y seguí dudando, cuestionándome si me convenía cruzar y tomarme ese, o si no; las palabras de mi vecina fueron tan profundas como tajantes: "Dale, jugate". En ese momento (hablamos de instantes, claro) la miré, miré el colectivo, y me di cuenta que no me quería jugar, que tenía miedo, que prefería quedarme en lo "seguro" que arriesgarme y quedarme “sin el pan y sin la torta”. Así fue como el semáforo cambió de rojo a amarillo y de amarillo a verde, el bondi arrancó, siguió su recorrido y unos minutos después llegó el otro colectivo, al que había decidido esperar, REPLETO d gente (como era de suponerse).
Estuve todo el viaje preguntándome qué me había pasado, porque al margen de que ése había sido un hecho insignificante, después reflexioné sobre diversos aspectos de mi vida en los que me pasa lo mismo, y me comencé a preocupar. Las palabras de mi vecina me atormentaban: "Dale, jugate". Y no, ya no me puedo jugar más, tengo miedo, dudo, me da inseguridad. ¿Por qué será? ¿Cuándo fue que cambié? Será acaso por el hecho de que las últimas veces en que hice lo que sentía y me la "jugué" me di la cabeza contra la pared sin piedad, o porque es parte de CRECER? No lo sé. Lo único que tengo en claro es que ya no soy impulsiva, y no sé si algún día lo podré volver a ser…