15 oct 2011

Amor incondicional

Fue amor a primera vista, de eso no hay dudas.
Yo te conocía desde antes de nacer y vos te imaginabas cómo sería el tenerme entre tus brazos.
Desde un principio me aceptaste como soy, con lo que te gusta y lo que no de mí.
Sin poner condiciones tomaste la decisión de acompañarme por el resto de tu vida.
Me diste la mano para que comenzara a caminar, pero supiste (y sabés) frenarme cuando ves que voy demasiado rápido.
Me seguís en cada decisión que tomo, aunque no siempre sea lo que vos deseas.
Asistís a cada logro que consigo, y sentís el dolor de cuando estoy triste, como si fuese tuyo.
No me dejás sola, aunque estés en miles de lugares a la vez.
Me festejas los buenos resultados, y me sermoneas cada vez que crees oportuno el que aprenda de qué se trata en realidad la vida.
Pusiste tus brazos para amortiguar mis caídas, a pesar de que después entendiste que es bueno que “me mande sola” y me golpee de vez en cuando.
Me enseñas a tener los pies sobre la tierra, y sin embargo me mostrás la importancia de volar por un sueño.
Aunque te preocupa mi futuro, depositas mucha fe y confianza en mí.
Me das la fuerza que necesito, hasta cuando vos sentís que ya no podes más.
Me enseñaste todo lo que sé (hasta a estudiar, aunque digas lo contrario).
Y lo más increíble de todo es que aún ahora, mientras aprendo a ser "adulta", me seguís enseñando a través de tu ejemplo.
Te admiro y quiero profundamente, y sé que siempre va a ser así, porque como me dijiste vos un día: “el amor de una madre a sus hijos es incondicional”.

MUY FELIZ DÍA, MAMÁ.